Annapurna


Primera ascensión al Annapurna por una expedición francesa dirigida por Maurice Herzog.


Annapurna es más un libro que una montaña

lo hemos oído muchas veces y evidentemente es un relato impresionante, pero hay que poner filtros cuando se habla desde la perspectiva del tiempo. Es complicado imaginar lo que podía suponer en los años cincuenta pisar la cima de un ochomil; para hacernos una idea, en el libro hay un capítulo que se llama "En busca del Annapurna", es decir, ni siquiera tenían la ubicación exacta de la montaña en los mapas que en algunas partes resultaron ser erróneos obligándoles a vagar durante días entre el Dhaulagiri y la montaña que buscaban. Gran parte del tiempo de la expedición lo emplearon en encontrar la montaña, dedicando días y mucho esfuerzo en pequeñas avanzadillas de exploración.



Bajando a Herzog dese el Annapurna


La contratación de porteadores solía ser un tema complicado, manejando finalmente a un ingente número de nativos exactamente igual que a un ejército; literalmente, puesto que es un exoficial Nepalí del ejercito inglés ( Gurka ) designado por el Maharaha de la zona, el que maneja la tropa no dudando en un episodio de huelga en dar una brutal paliza a uno de los culis para que seis toneladas de material y víveres sean eficazmente acarreadas por todo Nepal.

En definitiva, cuando uno piensa en las dificultades logísticas de aquellas expediciones ya le sobra para entender que el mero hecho de emprender el camino era en sí mismo una heroicidad, independientemente de la dificultad del objetivo en cuestión. Queda demostrada por tanto la capacidad organizativa y de liderazgo de Maurice Herzog sin menoscabo del espíritu de grupo que demuestran tener el resto de los conponentes de la expedición entre los que, como puede verse en la foto inferior, hay nombres de leyenda.

En lo estrictamente alpinístico la expedición es exitosa aunque solo coloca a dos de sus miembros en la cima, sin embargo el descenso es terriblemente accidentado. Lachenal pierde un crampón y el piolet en una caida y Herzog sus guantes en un tonto descuido. Pasan la noche en el campamento V, soportando una terrible tormenta adelantada al monzón y cuidados por Terray y Rebuffat que renunciando a la cima, hacen un esfuerzo titánico por evitar la congelación de las extremidades de los dos compañeros que habían coronado la montaña.


Todos los miembros de la expedición de 1950.
Arriba de izda a dicha Lachenal, Couzy, Schatz,
Dr. Oudot, Terray, Herzog, Noyelle y los sherpas Tsering,
Adjiva, Aila y Dawatoundu. Sentados Rebuffat, Ichac y los
sherpas Foutharkey, Ang Tarkey y Angawa.


A partir de aquí, el relato de Maurice Herzog es escalofriante: un viaje de regreso penoso hasta decir basta. Cegueras y amputaciones y otras enfermedades bajo los magnificos cuidados del Dr Jacques Oudot trabajando en condiciones de precariedad extrema, improvisando el quirófano en el compartimento de un tren en marcha. Sin duda merece la pena leer este libro para darse cuenta de que el relato es grande porque la gesta también lo es debido a que el Annapurna era mucho más alto y más despiadado en 1950.

Creada
Revisada

2017-01-27


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