Bonatti


Walter Bonatti; no se si el mejor alpinista de la historia, pero si el más influyente de su época y para posteriores generaciones.

Walter Bonatti, el alpinista que marcó una época


Walter Bonatti nace entre las dos guerras que sumieron a Europa en el desastre más absoluto y, acabada la segunda, se inicia en la escalada a los catorce años como suelen ocurrir estas cosas, de manera fortuita, pero desde el primer momento, desde la primera vez que se encarama a las piedras, lo hace aceptando la responsabilidad de ser el primero de la cuerda. Su infancia y su adolescencia le preparan para luchar y sobrevivir. Murió el 13 de septiembre de 2011.



Desde 1949 se le conocen ascensiones de esas que un servidor solo se puede imaginar en sueños: apertura de la cara suroeste de la Aguille Noire de Peuterey; primera expedición exitosa al K2 aunque él no hace cumbre; apertura de la Este del Gran Capuchin; pilar suroeste del Petit Dru, apertura en solitario; Pilar D,angle; Dolomitas; primeras invernales por todo el macizo de Los Alpes; también en Patagonia; Gasherbrum IV y, para finalizar su vida alpinística a los 35 años, se marca una "chulería" abriendo en solitario y en invierno la cara Norte del Cervino como para decir a continuación ... ahí os quedáis. Si, deja el alpinismo para dedicarse a viajar y escribir para la revista Epoca. Puede decirse que no hay país, selva, desierto o cordillera en la que Bonatti no haya estado. Todo un personaje.


El abandono del alpinismo por parte de alguien como él es, bajo mi punto de vista, la rúbrica de un hombre libre; es algo que lejos de restarle grandeza o de parecer que tira la toalla, le coloca en un escalón superior. Bonatti no abandona la montaña, sino el mundo de la competencia por las primeras ascensiones, el más difícil todavía, el de los records; no quiere formar parte de la "trupe" que se ha olvidado de la belleza. Para él, las montañas son mucho más, y ni siquiera éstas le retienen. Bonatti es un genio.


Desde el punto de vista humano se le puede imaginar como alguien arrollador, seleccionando exhaustivamente a sus amigos y no dejándose influir por casi nada, solamente por sus propios criterios, en la vida y en las montañas. He vivido la montaña cuando disfrutaba de suficiente energía física y mental como para hacerle frente a las cimas que mis medios económicos de entonces me permitían, y puedo imaginar a alguien como él apretando los dientes en miles de ocasiones con un único objetivo en la cabeza: la cumbre con la que había soñado semanas antes. Puedo imaginar lo que significó en muchas ocasiones poner toda esa energía mental y física al servicio de un sueño; de una linea vertical de piedra que se recorta contra el cielo; de una elegante y expuesta travesía; de un vivac jamás intentado. Bonatti se había hecho hombre precozmente en un panorama de miseria económica en la época de la Italia fascista, aprendiendo a valorar la vida y a practicar la supervivencia cotidiana y sin duda, escalar montañas era como mantener vivo ese espíritu y esa filosofía de vida de la que se había impregnado en su niñez en un país en el que se condenaba a la pobreza a todo aquel que no comulgara con el régimen, como era el caso de su famlia.


Aunque pueda parecer otra cosa, no tengo ídolos. Walter Bonatti fue un ser humano en el que confluyeron una serie de circunstancias que le llevaron probablemente sin pretenderlo, no se si a convertirse en el mejor alpinista de la historia, pero sí a ser el más influyente de su tiempo, marcando el final de una época que empieza un siglo atrás con Edward Whymper y dando comienzo al alpinismo que busca la belleza y el carácter de las rutas y se encuentra con la dificultad extrema.


Se equivoca quien piense que al hablar de dificultad extrema estamos hablando de circo; no, hablamos de afrontar retos alpinísticos para los que hoy se emplea la tecnología más innovadora, desde las aleaciones de los clavos hasta los teléfonos satélite, pasando por los alimentos liofilizados y una predicción meteorológica que según el caso puede rozar la perfección. Retos alpinísticos que no existían ni de lejos en la mente de ningún escalador de la época, y los había buenos, pero sí acudían a la imaginación de Bonatti quien se encargaba de transformarlos en logros, en realidades concretas, en rutas endiabladamente bellas y complicadas; en cumbres.


Se oía decir por Madrid que había visitado La Pedriza y que se había bajado de la Sur del Pájaro; quizá como para darle más relevancia a esa entrañable ruta y, en realidad, no se sabe con total certeza si estuvo allí; también escuché personalmente a un escalador madrileño hablar en una conferencia de un pedrusco que hay camino de no sé donde, del que el italiano había desistido y él si había sido capaz de trepar; pero da igual si fue así o no; porque como decía, lo portentoso de Walter Bonatti no era seguramente su habilidad circense, que probablemente también sería enorme, sino su forma de soñar con las montañas.

Creada
Revisada

2017-01-26


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