Cordilleras


El planeta tiene muchas cadenas montañosas en las que alpinistas de toda condición pueden dar rienda suelta a su locura.


Cadenas montañosas


El planeta tiene muchas cadenas montañosas en las que alpinistas de toda condición pueden dar rienda suelta a su locura. Como ya he escrito en alguna otra ocasión, no existe un motivo que justifique esta adicción y, precisamente eso puede que sea lo que la hace mágica. El misterioso impulso de ir hacia arriba y la misteriosa atracción que ejerce sobre algunas personas un simple accidente geográfico, cuya cúspide está siempre más cerca del cielo que nosotros, se oculta malicioso en alguna parte de nuestro cerebro, sin que nadie sepa si ha estado siempre ahí o nació en el momento en que abrimos los ojos por primera vez para comprobar que éramos demasiado pequeños como para alcanzar cualquier cosa que nos llamara la atención, o para presenciar el espectáculo de un planeta repleto de vida y que gran parte de ésta se hallaba en las montañas.

Rebuffat se hizo alpinista escalando en la orilla del mar, pero a casi todos nos ha ocurrido que la visión permanente de la cordillera que podíamos ver en la lejanía, desde nuestra ventana o al salir de casa y volver la primera esquina, nos ha imnotizado durante mucho tiempo hasta que un buen día tuvimos la oportunidad de viajar hasta ella.

Cada alpinista tiene su propia cordillera incrustada en lo más profundo de su memoria, probablemente sin saberlo; aquella cuyos difusos perfiles divisaba mientras caminaba hacia el colegio o cuando se arriesgaba a alejarse de su casa con algún amigo hasta la parte alta de su barrio, allí donde su madre no le permitía ir, pero desde donde podía hacerse muchas preguntas observando el horizonte, sobre la altura de aquellos montes esperando algún día tenerlos tan cerca como para no ver las cumbres.

Hablaremos de algunas cordilleras más adelante en esta página.